Andrés Santa Cruz L., Presidente de la CPC Chile tiene hoy la posibilidad de dar un salto cualitativo en su sistema educacional. Abordar bien este desafío significa que, como sociedad, seamos capaces de ampliar las oportunidades de aprendizajes para cada uno de nuestros niños y jóvenes, de superar las brechas que impactan en los procesos educativos y lograr las innovaciones para que la educación responda a los requerimientos del siglo XXI. Es una buena noticia que la educación esté en el primer lugar de la agenda y que exista un acuerdo transversal en los objetivos de mejorar su calidad desde los primeros años de vida, evitar toda clase de discriminación arbitraria, fomentar la inclusión social y lograr una efectiva igualdad de oportunidades. El sector empresarial está comprometido con los cambios que vayan en este sentido. Por eso, aceptamos los fines de la reforma tributaria, el principal de los cuales es aportar recursos para mejorar la educación. Sabemos que el desarrollo de Chile necesita potenciar nuestro recurso primordial, las personas. La innovación, la creatividad, la capacidad de un aprendizaje continuo serán fundamentales para lograr el bienestar que anhelamos para todas las personas. Aunque aún queda mucho por progresar, nuestro país cuenta con bases sólidas desde las cuales ir avanzando. Durante las últimas décadas, hemos tenido logros importantes, no sólo en aumento de la cobertura, sino también en calidad, obtieniendo los mejores resultados de Latinoamérica (prueba PISA 2012) y siendo uno de los países, junto a Letonia y Brasil, que ha progresado de manera más acelerada. Estos avances han sido posibles gracias al aporte del sector público, del sector privado y el importante esfuerzo de las familias. La participación del sector privado en educación responde a una larga tradición. Chile cuenta con un sistema mixto de provisión educativa que representa una riqueza en términos de la diversidad de ofertas, complementarias con la educación provista por instituciones del Estado. Por ello, nos preocupa que la eliminación del lucro termine restando diversidad al sistema, lo cual limitará las posibilidades de elección, especialmente de las familias de clase media y de sectores más vulnerables. No existe evidencia que permita concluir que esta medida reportará beneficios a la calidad educacional. Por otra parte, entendemos que una preocupación fundamental es el fortalecimiento de la educación pública que actualmente sostienen los municipios. Ésta requiere contar con las atribuciones y las competencias adecuadas, equipos técnicos y docentes idóneos. Pero ello no puede hacerse a costa de debilitar al sector privado que participa en la educación y que se ha ganado una legitimidad, expresada en la preferencia de las familias. Ese sería un gran error. La clave está en lo que ocurre en el aula, en la calidad de enseñanza que reciben nuestros niños, y la responsabilidad del profesorado en dicha tarea. Los instrumentos que se escojan para seguir perfeccionando nuestro sistema educacional deben ser coherentes con los pilares de nuestra sociedad, que reconocen la dignidad de la persona y su libertad como valores esenciales. Si lo que se busca es potenciar la posibilidad de las familias de escoger el tipo de educación que recibirán sus hijos, se requiere fomentar la diversidad de proyectos educativos y dotar al sistema de las capacidades necesarias para desarrollar proyectos atractivos y de calidad, motivando el esfuerzo de profesores, alumnos, apoderados y sostenedores. Medidas que imposibilitan la incorporación de nuevos proyectos educativos o que imponen requisitos que hacen muy difícil la permanencia de algunos ya existentes, sin consideración alguna a los resultados de aprendizaje de sus alumnos, van en la dirección contraria a los objetivos buscados. Para evitar las incertidumbres que se han generado a partir de la forma en que se ha dado el debate educacional, es importante que el gobierno proponga una hoja de ruta que aún no está clara para la ciudadanía y que recoja, con apertura, las inquietudes y aportes que los distintos actores están haciendo a las reformas propuestas. Sólo así aprovecharemos esta oportunidad para hacer posibles y sustentables los cambios educativos que nuestra sociedad necesita y está demandando.

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