Para ver la columna pinche aquí Abuso es usar mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente algo o a alguien.
Hay cuatro tipos de abusos que tienen el potencial de debilitar sustancialmente nuestro sistema democrático y económico.
Estos son el abuso del dinero, el abuso del poder, el abuso de la fuerza y el abuso de la mentira.
El político francés Guillaume-Chrétien de Lamoignon de Malesherbes (1721-1794) alertaba en aquellos años: “Cuando los abusos son acogidos por la sumisión, no tarda en convertirlos en leyes la potencia usurpadora”.
Este es el peligro de no ocuparnos de estos cuatro abusos. El abuso del dinero.
En Chile hay entorno a 1.600.000 empresas; sin embargo, algunos hechos nos han mostrado la cara más oscura de algunas de ellas.
Todos estos escándalos de alto impacto (desde MOP-Gate hasta hoy) no representan ni el 0,001% de la empresas chilenas. Sin embargo, la fe pública y la confianza de los chilenos se han visto tremendamente dañadas; al vernos enfrentados al engaño y a la codicia de algunos pocos empresarios y/o ejecutivos.
Pero, no nos quedemos en la denuncia. ¡Ocupémonos de esto! Desarrollemos la valentía y capacidad de las buenas empresas y de sus gremios, para denunciar y reprochar públicamente las malas prácticas de sus pares. Fortalezcamos la supervisión efectiva del Estado.
El abuso del poder de una posición privilegiada, que hemos visto en los conflictos de intereses de algunos parlamentarios; creyendo que su poder está por sobre lo correcto.
O la inasistencia de algunos parlamentarios a las sesiones del Congreso, teniendo el poder para no cumplir para lo que fueron elegidos.
¡Ocupémonos de esto ya! Tengamos una efectiva ley del lobby.
Los que no cumplan con sus obligaciones en el Congreso que no tengan costo cero.
El abuso de la fuerza. Este abuso no le da espacio al ejercicio de pensar y razonar.
Este abuso hipoteca el diálogo y los acuerdos (que permitieron a Chile reconstruir su democracia).
El mayor peligro de Chile y el más inminente está en el poder abandonado por una tolerancia mal entendida frente al abuso de la fuerza.
Lo que partió como un notable movimiento estudiantil, se le sumó rápidamente el abuso de la fuerza de unos pocos.
Últimamente, hemos visto cómo unos pocos nos pueden quitar las calles y destruir nuestros bienes públicos.
Unos pocos que impunemente les pueden dañar las fuentes de trabajo a otros (como los quioscos, buses, tiendas etc.).
Este abuso de la fuerza les permite a otros pocos entrar a la Catedral, dañando y ofendiendo (sin castigo alguno) a millones de católicos chilenos.
Pero, ¡no nos quedemos en la denuncia! ¡Ocupémonos de esto! Fortalezcamos las instituciones del país con leyes efectivas para sancionar la violencia.
Fortalezcamos el diálogo profundo y responsable, para prevenirla.
El abuso de la mentira como brazo armado de la demagogia.
La demagogia puede lograr que una mentira sea suficiente para poner en dudas todas las verdades.
La demagogia les permiten a algunos anteponer por sobre el bien común sus aspiraciones personales.
A modo de ejemplo: los demagogos que nos dicen que estamos llegando al desarrollo, por lo que es tiempo SÓLO de cosecharlo todo; los hechos y la historia nos llaman a pensar y ser prudentes. De las más de 100 economías que en 1960 eran catalogadas como de ingreso medio y con perspectivas de desarrollo, a la fecha poco más de 10 han alcanzado esa meta.
Frente a los demagogos que culpan al modelo económico y democrático de la desigualdad de ingresos (¡que es muy preocupante!), sólo dos datos: la desigualdad en 1960 (la de nuestros padres) no es muy distinta a la nuestra de 2012, periodos en que los modelos económicos eran muy distintos. Sin embargo, nuestro ingreso per cápita (gracias al modelo económico y democrático actual) subió desde los US$.531 (corrientes) en 1960 a los US$.15.409 (corrientes) en 2012; o sea, los chilenos hoy ganamos 29 veces más que nuestros padres.
El abuso de la mentira a través de la demagogia no nos puede hacer arriesgar todo lo bueno; debido a que no hemos sido capaces de mejorar lo malo, como la desigualdad (¡la que debemos abordar ya!). Somos los ciudadanos comunes los que podemos hacernos cargo de estos cuatro peligrosos abusos; saliendo de la pasividad.
Sometámonos a la razón, más allá de un twitter. Opinemos sin temor a ser indicados con el dedo.
No descalifiquemos a alguien cuando piensa distinto. Dialoguemos sin tener vergüenza de reconocer la verdad cuando estamos equivocados. Recojo la valentía de mi amigo Claudio Orrego (durante su campaña en las primarias) de levantar, con convicción y sin temor, la voz como católico.
El Papa Juan Pablo II, decía: “Me afecta cualquier amenaza contra el hombre, contra la familia y la nación. Amenazas que tienen siempre su origen en nuestra debilidad humana, en la forma superficial de considerar la vida”. Por todo lo anterior, ¡no a la superficialidad para abordar los desafíos de Chile! ¡No a nuestra pasividad y sumisión frente a los abusos!
Fuente: La Segunda